Tener una relación sana y positiva con tu jefe hace que tu vida laboral sea mucho más fácil. también es bueno para tu satisfacción laboral y tu carrera. Pero algunos gerentes no lo hacen fácil. Los malos jefes son los material de leyenda. Y demasiados gerentes están sobrecargados, abrumados o son francamente incompetentes, un tema que HBR ha cubierto ampliamente a lo largo de los años. Incluso si tu jefe tiene algunas deficiencias graves, es lo mejor para ti, y es tu responsabilidad, hacer que la relación funcione.
HBR publicó recientemente una serie especial sobre administrando, pidiendo a los expertos que proporcionen sus mejores consejos prácticos para navegar por esta importante dinámica. Juntas, estas piezas proporcionan una buena guía sobre cómo mantener una relación de trabajo eficaz y productiva con tu propio jefe.
Para empezar, considera el tipo de gerente que tienes. Muchos plantean un conjunto único de desafíos que requieren un conjunto de habilidades igualmente singulares para manejar. Tal vez estés lidiando con:
- Un nuevo jefe, alguien que nunca has conocido.
- Un manager al que no ves cara a cara porque trabaja en otro lugar
- Un jefe inseguro (pista: es importante saber cómo domesticar su ego)
- Un jefe omnisciente o indeciso
- Un gestor que te da mensajes contradictorios
- Un jefe alargado
- Un jefe sin manos
- Un gerente que no es tan inteligente como tú
- Un jefe que en realidad es un consejo de administración
No importa qué tipo de gerente tengas, hay algunas habilidades que son universalmente importantes. Por ejemplo, necesitas saber cómo anticiparte a las necesidades de tu jefe, una lección que todos podemos aprender de los mejores asistentes ejecutivos. Necesitas entender qué es lo que hace que tu jefa marque (y qué la desactiva) si quieres consigue la aceptación de tus ideas. Inevitablemente surgirán problemas, pero sabiendo la forma correcta de traerle un problema a tu jefe puede ayudarte a sortear situaciones complicadas.
Por supuesto, habrá momentos en los que no estés de acuerdo con tu jefe, y eso está bien, siempre y cuando hayas aprendido a discrepar de manera respetuosa y productiva. Aún así, a pesar de tus mejores esfuerzos para construir una buena relación, puede llegar un momento en que hayas perdido la confianza de tu jefe. Ocurre. Y aunque puede requerir un esfuerzo diligente de tu parte, es posible volver a encarrilar la relación, incluso si te apetece no le gustas a tu jefe.
Y si te burlas de todo lo que dicen los malos jefes y piensas: «Tengo un gran jefe», ten cuidado. Es posible me gusta demasiado tu jefe. Y ser amigo de tu manager puede ser igualmente complicado. No quieres que tu jefe sea tu único defensor en el trabajo. Necesitas encuentra maneras de demostrar tu valía a los que están por encima de ella también.
Quizás la habilidad más importante que hay que dominar es descubrir cómo ser una verdadera fuente de ayuda, porque manejarse no significa aguantar. Significa ser el empleado más eficaz que puedas ser, creando valor para tu jefe y tu empresa. Es por eso que el mejor camino hacia una relación sana comienza y termina con hacer tu trabajo y hacerlo bien.