Durante el lento crecimiento económico, los directores ejecutivos y las juntas directivas suelen buscar grandes transacciones de fusiones y adquisiciones para impulsar las ganancias. En 2011, los llamados megadeals (transacciones de 5.000 millones de dólares o más) crecieron cinco veces más rápido que el mercado general de fusiones y adquisiciones. Sin embargo, muchas juntas directivas siguen siendo escépticas sobre si estas operaciones ofrecen un valor a largo plazo, una opinión impulsada por la creciente lista de fusiones fallidas.
Para ver si este escepticismo es válido, analizamos 215 grandes fusiones que tuvieron lugar en todo el mundo entre 2000 y 2010. Descubrimos que los compradores tuvieron un éxito moderado, en promedio, y sus acciones superaron al mercado en aproximadamente un 6% durante dos años. Pero detrás de esta media había una enorme dispersión: la mitad de las operaciones dieron lugar a un rendimiento a largo plazo de al menos un 25% por encima o por debajo del mercado.
Las transacciones ejecutadas en ciclos inactivo funcionan mejor que otras transacciones.
¿Qué distinguió los acuerdos de gran éxito del resto? Algunos factores no son sorprendentes: las operaciones realizadas dentro del negocio principal del comprador superaron a las realizadas para la diversificación, y las operaciones acretivas (las que se prevé incrementar inmediatamente las ganancias por acción del comprador) superaron a las operaciones dilutivas (que reducen el BPA al principio). Sin embargo, cinco hallazgos son contrarios a las creencias que suelen sostener los consejos, y las empresas que se plantean adquisiciones importantes deben tenerlas en cuenta. Nuestra investigación muestra que pueden ayudar a diferenciar los acuerdos transformadores de los que los gestores e inversores viven para arrepentirse.