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por Claire Hughes Johnson
Resumen:
La autoconciencia en el lugar de trabajo siempre es un superpoder, pero cuando es nuevo en la gestión, es aún más importante. Tiene que entender y comunicar cómo hace su mejor trabajo. Estos son dos ejercicios que los gerentes primerizos pueden utilizar para desarrollar la autoconciencia:
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Cuando era ejecutivo en Google, trabajé con un entrenador talentoso que tenía un gran defecto: se lo dijo a su equipo todo.
«Eli» solía dar noticias de la empresa a su equipo antes de que nadie más tuviera la oportunidad de compartirlas, o preocupaba a los miembros de su equipo contándoles lo estresado que estaba por, por ejemplo, una reorganización de nuestra división. Cuando hablé con él al respecto, Eli estuvo de acuerdo en que era un problema. Pero no cambiaría su comportamiento.
Poco después de una de esas conversaciones, Eli y yo participamos en una sesión de entrenamiento en la que cada uno reflexionó sobre los valores que más nos importaban. Nunca olvidaré la historia que contó Eli. Cuando tenía siete u ocho años, a la madre de Eli le diagnosticaron cáncer de mama. Nadie le contó a Eli lo que estaba pasando. Su familia intentó fingir que todo estaba bien. Finalmente, la madre de Eli fue hospitalizada y no se le permitió visitarla. Un día, el padrastro de Eli lo recogió en la escuela y lo llevó a su restaurante favorito. Mientras tomaba tortitas, Eli se enteró de que su madre había muerto.
El valor de Eli era la transparencia.
Tanto Eli como yo salimos de ese ejercicio cambiados. He aprendido que cuando se enfrenta a una conducta difícil, en usted o en los demás, a menudo hay una causa fundamental más profunda. Eli se dio cuenta más de por qué se comunicaba de la manera en que lo hacía.
Este episodio puso de relieve un principio fundamental en el que he hecho hincapié a lo largo de mi carrera y en mi nuevo libro: La autoconciencia en el lugar de trabajo siempre es un superpoder, pero cuando es nuevo en la gestión, es aún más importante. Tiene que entender sus puntos fuertes y sus áreas de desafío para hacer su mejor trabajo y ayudar a otras personas a hacer el suyo.
Voy a compartir dos ejercicios que los directivos primerizos pueden utilizar para desarrollar la autoconciencia y comunicar su estilo de trabajo y sus valores a sus equipos.
A lo largo de mi carrera, y al estudiar muchas evaluaciones de personalidad y estilo de trabajo, descubrí que dos criterios principales suelen determinar el estilo de trabajo de las personas: 1) si son más introvertidas o extrovertidas; y 2) si están más orientadas a las tareas o a las personas.
Para determinar si es más introvertido o extrovertido, pregúntese:
No me considero un gran extrovertido, por ejemplo, pero sí que necesito exponer mis ideas para encontrar las mejores respuestas. Si es más extrovertido, puede que descubra que hablar sobre un desafío con un colega o resolver problemas en colaboración con su equipo le ayudará a llegar a una conclusión más pensada. Si es más introvertido, puede que le resulte más productivo pensar en planes o soluciones de forma independiente antes de compartirlos con un grupo más amplio para recibir comentarios, probablemente en un correo electrónico o un documento en lugar de en una reunión.
Para determinar si está más orientado a las tareas o a las personas, considere:
Las personas orientadas a las tareas tienden a prestar más atención a la forma más eficiente de hacer las cosas y menos a generar la aceptación en torno al enfoque correcto. Las personas que están más orientadas a las personas tienden a crear consenso en torno al camino a seguir, pero pueden perder de vista la tarea de manera eficiente con el fin de atraer a la gente.
El lugar en el que se encuentre en los ejes de abajo le ayudará a determinar en cuál de los cuatro estilos de trabajo se encuentra. Los llamo el analizador, el director, el colaborador y el promotor:
Conocer su estilo de trabajo —y, idealmente, el de sus subordinados directos— le ayudará a ser un gerente más eficaz y empático. En cuanto a su equipo, puede utilizar la evaluación del estilo de trabajo para asegurarse de que es integral y representa una combinación de preferencias y puntos fuertes del estilo de trabajo. Para usted, le ayudará a ser consciente de sus puntos débiles y de cuándo es probable que aparezcan, lo que le permitirá preparar un plan en torno a la forma en que los abordará.
Por ejemplo, como director, sé que cuando me enfrento a un problema o a una situación urgente tiendo a pasar demasiado rápido a la acción. En cambio, intento seguir esta regla en la configuración del equipo: antes de pasar a las soluciones, primero hago una pregunta. Esto me impide avanzar demasiado rápido y ayuda a mi equipo a desarrollar sus propias habilidades de resolución de problemas.
El siguiente paso es identificar los valores que lo motivan. La combinación de su estilo de trabajo y sus valores guía la forma en que dirige y colabora con los demás. Pruebe este ejercicio:
Piense en los valores que identificó. ¿Cómo se cruzan con su estilo de trabajo? Reconocer esto puede ayudarlo a descubrir y abordar sus sesgos inconscientes, a apoyarse en sus puntos fuertes y a comunicarlos mejor con los demás. Por ejemplo, si valora la comunidad y es un colaborador, puede que haga un esfuerzo adicional para conectarse con su equipo y crear seguridad psicológica para él, pero quizás a través de este ejercicio, se haya dado cuenta de que no da a las personas suficiente autonomía. O tal vez valora el impacto y es director. Puede que sea excelente para obtener resultados, pero tiene menos experiencia en reducir la velocidad y enseñar a sus subordinados directos las habilidades que necesitan aprender por sí mismos.
Sea abierto con sus informes directos sobre su estilo de trabajo y los valores que lo impulsan para que ellos entiendan la mejor manera de trabajar con usted y dar su opinión sobre los sesgos inconscientes que sus valores crean inevitablemente. Incluso puede crear un» Trabajando conmigo» documento que describe claramente su forma de colaborar, su estilo de gestión, sus preferencias de comunicación, las áreas en las que trabaja y mucho más. Mejor aún, pida a los miembros de su equipo que hagan el mismo ejercicio que un grupo, centrándose más en sus preferencias de comunicación y sus hábitos de trabajo. Entonces, ajústese a encontrarnos a mitad de camino y observe cómo su colaboración mejora rápidamente.
El ejercicio de valores que hicimos Eli y yo fue una clase magistral de autoconciencia y conciencia mutua. Quedó claro que Eli quería comunicarse con su equipo de una manera más productiva, pero ocultar información parecía una traición a su compromiso con la transparencia. Al entender esto, pudimos encontrar el camino a seguir: Eli consultaba a sus compañeros y al entrenador antes de compartir las decisiones críticas con su equipo, y era más mesurado en la forma en que comunicaba esas decisiones. Pero también nos comprometimos a mantener una comunicación clara y confiable como parte de cada plan que elaboramos. Él y su equipo fueron más fuertes gracias a ello, al igual que toda nuestra organización.
La autoconciencia es una habilidad que le servirá a lo largo de su carrera y que debe seguir desarrollando y cultivando con el tiempo. Puede ser el rasgo clave que lo diferencie de los demás desde el principio y le ayudará a centrarse en un trabajo que aproveche al máximo lo que tiene para ofrecer, ahora y en los próximos años.