No puedes ser un buen líder sin la autoconciencia.
Se encuentra en la raíz del carácter fuerte, lo que nos da la capacidad de liderar con sentido de propósito, autenticidad, apertura y confianza. Explica nuestros éxitos y nuestros fracasos. Y al darnos una mejor comprensión de quiénes somos, la autoconciencia nos permite comprender mejor lo que más necesitamos de otras personas, para complementar nuestras propias deficiencias de liderazgo.
La pregunta, entonces, es cómo podemos cultivarlo y desarrollarlo más. Hay muchas formas de hacerlo. A continuación hay cinco que he encontrado que funcionan mejor:
Meditar. Sí, medita. Como la mayoría de la gente ya sabe, la meditación es la práctica de mejorar tu conciencia momento a momento. La mayoría de las formas de meditación comienzan por centrarse y apreciar la simplicidad de inhalar y exhalar. Pero no es necesario que sean formales ni rituales; una mayor claridad también puede provenir de momentos regulares de pausa y reflexión. Hablando personalmente, intento obtener una mayor conciencia simplemente encontrando unos segundos para concentrarme en la respiración, a menudo antes de dormir, y a veces con una de las muchas aplicaciones disponibles para ayudar. Durante estas meditaciones, también me hago un conjunto de preguntas, entre ellas:
- ¿Qué intento lograr?
- ¿Qué hago que esté funcionando?
- ¿Qué hago para que me ralentice?
- ¿Qué puedo hacer para cambiar?
Pero la forma más frecuente de «meditación» que practico deriva de llevar a cabo tareas aparentemente mundanas que inspiran cierto grado de serenidad terapéutica, como lavar platos, trabajar en mi jardín y pasar los sábados temprano por la mañana escribiendo en el Museo de Bellas Artes de Boston mientras espero a que mi hijo sea despedido. de su clase de dibujo.
Anote sus planes y prioridades clave. Una de las mejores formas de aumentar la autoconciencia es anotar lo que quieres hacer y hacer un seguimiento de tu progreso. Warren Buffet, por ejemplo, es conocido por articular cuidadosamente las razones por las que está haciendo una inversión en el momento en que lo hace. Las entradas de su revista sirven como un registro histórico que le ayuda a evaluar si los resultados futuros pueden ser atribuibles o no a un juicio sólido o simplemente a la suerte.
Li Lu, colíder de la manifestación estudiantil de la Plaza Tiananmen y hoy un inversor muy respetado, me contó una vez sobre una práctica que siguió durante años, inspirada en Benjamin Franklin. Franklin mantuvo un «balance» de los activos y pasivos de sus rasgos personales. Al diarizar cualquier nueva fuerza que creyera que podía aprender de otra persona, y marcando cualquier debilidad autopercibida, podía evaluar mejor si el «patrimonio neto» de su personaje estaba creciendo con el tiempo.
Haz pruebas psicométricas. En Corazón, inteligencia, agallas y suerte, mis coautores y yo desarrollamos una simple «prueba de aptitud empresarial» para entender qué rasgos eran más propensos a los lectores en la construcción de negocios y en la vida. Entre las más conocidas de estas pruebas se encuentran Myers-Briggs y Predictive Index, pero todas tienen como objetivo servir de punto de datos hacia una mayor conciencia de sí mismo. Un punto de diseño común con todos ellos es que no hay respuestas correctas o incorrectas en particular. En cambio, están diseñados para obligar a los encuestados a considerar un conjunto de rasgos o características que los describen con mayor precisión en relación con otras personas. En nuestra propia versión, (que se puede tomar en www.hsgl.com y es gratuito) pedimos a la gente que considere la posibilidad de tomar decisiones forzadas en conjuntos de preguntas emparejados, p. ej.¿Su éxito se describe mejor por análisis o instintos? ¿Te impulsa más la pasión o la acción? Reflexionar sobre cuestiones de compensación forzadas como estas ayuda a los participantes a comprender mejor a sus propios personajes verdaderos.
Pregunta a amigos de confianza. Ninguno de nosotros es totalmente consciente de cómo nos encontramos con los demás. Tenemos que confiar en los comentarios de nuestros compañeros, amigos y mentores. Para que tus amigos desempeñen el papel de espejo honesto, hágales saber cuando busques perspectivas francas, críticas y objetivas. Haz que tu amigo o colega se sienta seguro para ofrecerte una visión informal, pero directa y honesta. Esto puede significar decir algo como: «Mira, en realidad te lo estoy preguntando como amigo, por favor, sé sincero conmigo en este asunto. ¿Está bien? »
Otra estrategia es pedirle a tus amigos que te llamen cuando haces un comportamiento que ya sabes que quieres cambiar. Por ejemplo, «Mira, sé que soy un «cuento» que necesita repuntar cada conversación, pero hazme un favor y cada vez que lo hago, avísame, preferiblemente discretamente, para poder aprender a parar».
Recibe comentarios periódicos en el trabajo. Además de preguntar informalmente y periódicamente a amigos y familiares, utilice los procesos y mecanismos formales en su lugar de trabajo. Si no hay ninguno, comprueba si puedes implementar bucles de retroalimentación más formales. Siempre que se haga bien, la retroalimentación constructiva y formalizada nos permite ver mejor nuestras propias fortalezas y debilidades. En mi propia firma de capital riesgo, Cue Ball, hemos empezado a animar a los fundadores empresariales a instituir un proceso formal anual de retroalimentación 360 que proporcione comentarios en múltiples áreas de competencias y estilos de trabajo.
La clave para una retroalimentación formal efectiva consiste en a) tener un proceso y b) tener un gestor efectivo del mismo. Esto último requiere muy buenos recursos humanos internos o la incorporación de facilitadores y consultores externos. Hemos encontrado que el enfoque con personas externas es más efectivo tanto en las pequeñas como en las grandes empresas, porque vienen sin el equipaje de sesgos o líneas de informes preconcebidos. Una vez finalizado el proceso de comentarios, es importante que todos los involucrados reflexionen sobre él escribiendo sus principales conclusiones. Tenga en cuenta tanto las sorprendentes fortalezas como las debilidades o puntos ciegos.
Al final, todos queremos la autoconciencia. Sin él, nunca se puede liderar totalmente de manera efectiva. Solo con la conciencia de sí mismo se puede acercar más a un estado de «autocongruencia», en el que lo que decimos, pensamos y sentimos es coherente. Crear conciencia de sí mismo es un esfuerzo de toda la vida. Nunca estás «terminado». Pero estas cinco prácticas pragmáticas te ayudarán a avanzar más y más rápido en el camino.